lunes, 2 de febrero de 2015

Videotutoriales caseros en la enseñanza presencial y telemática.


¿Qué papel juegan los contenidos en el proceso de aprendizaje? Las diferencias de criterio reflejan interpretaciones muy diversas sobre lo que es aprender y sobre la relativa importancia que para ello tienen  momentos como son:  la transmisión de información, la resolución de cuestionarios o la elaboración de tareas. Para muchos docentes el núcleo de su trabajo sigue siendo la transferencia de contenidos, otros devalúan su relevancia hasta convertirlos en un añadido incómodo a soslayar en la medida de lo posible. Esa diferencia en su percepción conduce a antinomias como la que enfrenta a la memoria con la creatividad. Están quienes centran la formación en el estudio y ven su propósito en la reconstrucción detallada de lo aprendido, despreciando cualquier tarea que no exprese explícitamente ese fin; también quienes ensalzan la creatividad  a costa de rebajar los contenidos a meras guías de consulta, evitando conceptos comprometidos como estudiar, muchas veces sin consideración de la complejidad de la memoria y sus tipos o de su decisivo papel en los procesos creativos y en la resolución de problemas. Y ambos, en ocasiones, confluyendo en un dislate similar: confiar los contenidos a  unos apuntes, libros o enlaces de Internet, unos contenidos que el alumno habrá de digerir por su cuenta y que no son abordados instrumentalmente desde su encaje con en el resto de las actividades del aula.

Uno de los referentes más recurridos a la hora de tomar en consideración y equilibrar los objetivos educativos es la taxonomía de Bloom, una clasificación que enumera y jerarquiza el conjunto de habilidades y conocimientos que constituyen el proceso formativo. Dicha taxonomía fue desarrollada en los años cincuenta y sigue siendo un referente en nuestros días, con sucesivas interpretaciones que la actualizan y adaptan a esta era digital. Si la recepción de información no es, por supuesto, la finalidad última propuesta por este modelo, si es un punto de arranque necesario para un proceso que, a partir de ahí, continúa mediante la comprensión, la aplicación a nuevas situaciones, el análisis, la evaluación crítica y la síntesis y generación de ideas.  


Entre las propuestas que buscan racionalizar y dar una mayor efectividad a la función docente, se encuentra la que en los setenta desarrolló con gran acogida Madeline Hunter. Su diseño de clase incluye la exposición comprensible de sus objetivos, una primera aproximación, la transmisión de la información clave al alumnado, una presentación de lo enseñado mediante modelos o ejemplos, la revisión de lo aprendido a través de preguntas o actividades, una puesta en práctica supervisada por el profesor, otra fase de práctica autónoma y, finalmente, un cierre que sirve como momento de reflexión sobre lo aprendido. La fase de exposición de contenidos quedaría acotada en su esquema a una fracción de la clase, sin extenderse más allá de lo que supone una breve exposición de aquellos conceptos que se supone asimilables en una sesión.

Una de las principales apuestas a favor de un cambio en el paradigma en el diseño y presentación de los contenidos educativos es el de flipped clasroom, un concepto que viene a significar algo así como clase invertida o al revés. Los contenidos son adelantados en un material audiovisual que los alumnos revisan fuera del aula, permitiendo que el periodo de clases se dedique a actividades de carácter práctico y participativo. La tarea en casa es sustituida por el repaso de una explicación disponible a la carta, en un ámbito privado, en el que cabe esperar una mayor concentración.

El modelo de aprendizaje por tareas y proyectos pretende que el alumno desarrolle sus conocimientos y habilidades, no por asimilación pasiva, sino mediante el desarrollo de actividades consistentes en la resolución de problemas; se trata de un modelo en el que se pretende poner en juego una serie de conocimientos y habilidades que implicarían a la totalidad de los momentos contempladas en la taxonomía de Bloom. En los modelos de educación a distancia los contenidos son ofrecidos al alumnado mediante textos, resúmenes y archivos audiovisuales; se favorece así un aprendizaje autónomo apoyado por cuestionarios retroalimentados y el asesoramiento de profesores online. Los contenidos son aplicados en las tareas y devueltos en desarrollos creativos, pero no repetidos o reescritos sin más.

Sea como fuere, y al margen de las diferentes interpretaciones sobre el papel y el modo en que los contenidos deban ser introducidos en el aula, entiendo que la instrucción de contenidos sigue siendo una pieza del puzzle educativo: no ha de ser la única actividad docente, pero tampoco puede ser ignorada y abandonada al amparo de libros o material telemático elaborado para un estudiante genérico.

Dentro de los modelos de enseñanzas a distancias, cada vez son más los organismos que se inclinan por el empleo de videotutoriales para una primera aproximación a esos contenidos imprescindibles en el desarrollo de cualquier aprendizaje. Suele tratarse de presentaciones breves en las que el profesor expone con pericia didáctica los aspectos centrales que se desarrollan de forma más extensa en el material escrito complementario. Constituyen una inapreciable orientación sobre los aspectos más significativos de un curso y sobre el sentido de las propias tareas a desarrollar durante el mismo. Son a su vez un cara a cara que favorece la cercanía con el profesor y fomentan la confianza del alumno en el entorno telemático.

En mi caso, realizo la tarea docente en un instituto a distancia. Recuerdo que en cierta ocasión me preguntaron por las clases que tenía que impartir al día siguiente. Contesté que ninguna, ya que trabajaba en un centro telemático. Lo cierto es que, al cabo del tiempo, he dejado de ver la razón de ello, al menos de no impartir docencia por esos mismos medios telemáticos. No cabe duda que el desarrollo de un plan de curso completo, con adaptación en vídeo de los contenidos, es un proyecto que implica un notable esfuerzo técnico de diseño y elaboración, un trabajo incompatible con las numerosos quehaceres de corrección y atención personal propias de la docencia reglada a distancia. Sin embargo, y a pesar del tiempo de trabajo extra que su realización conlleva, la elaboración de videotutoriales sencillos sí puede ser una tarea asequible y rentable. Estos vídeos, elaborados sin sesudos proyectos ni alardes técnicos, pueden ser de gran ayuda para definir conceptos centrales, aclarar sobre los errores de interpretación más frecuentes y favorecer la cercanía y la confianza del alumnado en un entorno, el telemático, a veces algo frío y anónimo.

1 comentario:

COVADONGA dijo...

Me parece muy interesante. Este año he habría venido muy bien con el grupo de 1NB de Inglés, muy heterogéneo tanto en su nivel de Inglés como en su formación académica y en su capacidad de aprendizaje. El próximo curso lo intentaré, especialmente si me toca un nivel básico.