sábado, 22 de agosto de 2020

Debate covid-19: los atajos de la razón.

 


Como en todos los debates, también es este del covid-19 se ponen en práctica las destrezas del pensamiento humano y salen a flote algunas de sus limitaciones. Y es que este aplica estrategias que, siendo a veces válidas para encontrar soluciones en contextos próximos, conducen a callejones sin salida en situaciones complejas. Esta es una de ellas, un caso en el que se conjugan la incertidumbre y los titubeos respecto a las medidas adoptadas, la complejidad que supone el análisis de los datos y la avalancha de interpretaciones incompatibles entre sí. Todo ello unido a la necesidad de adoptar de inmediato medidas eficaces de carácter personal y comunitario. 


A continuación repaso lo que, desde mi punto de vista, son algunos de los efectos más comunes entre aquellos que enturbian y restan racionalidad al debate social:


No tomar en consideración el modo en que nuestras condiciones de existencia favorecen ciertas inclinaciones.


Aunque solemos interpretar que nuestras ideas son el resultado de juicios racionales y objetivos sobre los hechos, se encuentran sometidos a inclinaciones que tienen que ver con nuestras propias condiciones de existencia y la mayor o menor empatía mostrada ante los que nos rodean. Así, en este caso, la percepción que el individuo tiene de la amenaza que la pandemia supone, está condicionada con el control que pueda ejercer sobre los comportamientos considerados de riesgo. Y la autonomía para regular la exposición a la enfermedad por criterios propios varía según numerosos factores: estado de salud y dependencia del sistema sanitario, lugar de residencia, personas con las que convive, hijos en edad escolar, enfermos a los que atiende, necesidad de emplear el transporte público, condiciones en las que desarrolla su trabajo o debe buscarlo, etc. Así, mientras que en un extremo hay individuos que pueden controlar casi todos los factores de riesgo, están en el otro quienes gran parte de los mismos escapan a su dominio. ¿Influye esto en la percepción de la amenaza y la necesidad de imponer medidas más o menos estrictas? Yo supongo que sí. 


Una visión unívoca de la verdad y simplista de la ciencia.


  • No siempre somos conscientes de que, al justificar la veracidad de nuestras proposiciones, empleamos nociones distintas de verdad. Así, recurrimos a criterios diversos como el de la correspondencia con los hechos, el de la evidencia racional, la coherencia con lo que entendemos que está probado, la funcionalidad de lo que afirmamos, o el aval con el que cuenta por parte de los entendidos. Pero ocurre que, en ocasiones, los criterios que son adecuados para respaldar ciertas manifestaciones, no sirven para legitimar otras que requieren principios de justificación distintos. Así, podemos apoyarnos en la evidencia para afirmar que recorreremos menos metros yendo a un punto en línea recta, pero no para asegurar que, en este caso, una medida será más eficaz que otra. 
  • Suponer que, en la ciencia, la comprobación de una correlación entre fenómenos implica la demostración de una relación de causa - efecto entre el primero y el segundo. En otro sentido, considerar que, en la práctica tecnológica, médica, etc., todo se suspende hasta el logro de dicha demostración. (Así, abstenerse de tomar medidas antes de demostrar científicamente el nexo entre hábitos y enfermedades). 
  • Interpretar que la verificación científica consiste en la visualización de acontecimientos individuales cuando, de modo general, la corroboración científica es la validación de fórmulas que aciertan en sus predicciones sobre los fenómenos observables.
  • Dar por hecho que el debate en el seno de la comunidad científica es algo excepcional y una expresión de su ineficacia, cuando lo que realmente debilita a la ciencia es su enfrentamiento a la pseudociencia, mucho más eficaz en el manejo de la opinión pública. 


No estar alerta de las innumerables falacias a las que nos encontramos sometidos. 


Y es que parecen que muchos debates refuerza su uso. Así, por ejemplo:


  • Falacia contra el hombre: suponer que el argumento no tiene valor porque lo defiende alguien que supuestamente carece de credibilidad por motivos ajenos al debate.
  • Autoridad: tratar de cerrar un tema apelando a la concordancia con la posición de alguien con determinado título o prestigio social.
  • Afirmación del consecuente: si hay una relación causa efecto entre dos fenómenos, interpretar que el segundo conlleva necesariamente el primero (Si en tal sitio ha bajado la curva, es porque las medidas eran las acertadas).  
  • Generalización apresurada: sacar conclusiones generales de casos particulares favorables (En tal país tomaron esta medida y por eso tienen mejores cifras). 
  • Falso dilema: limitar la acción a dos opciones supuestamente incompatibles (Debemos elegir entre salud o economía). 
  • Falacia del costo hundido: mantener una línea argumentativa a toda costa y a pesar de que los hechos pongan en evidencia su sinsentido (Insisto en que es preferible que la población utilice mascarillas que protegen a los terceros, pero no a uno mismo). 


No reconocer el efecto que los sesgos cognitivos: distorsiones que afectan a nuestros juicios sobre fenómenos complejos en entornos de incertidumbre:


Entre ellos:


  • Confirmación / atención selectiva: búsqueda incesante de información que confirma las tesis propias y una interpretación de los hechos en la que se busca su ajuste con las mismas. 
  • Primera impresión / Anclaje: influencia de primeras impresiones y confianza en las informaciones inicieles. Una vez definida una postura, esta puede resultar inamovible.
  • Error fundamental de atribución: en este caso y en relación con quienes defienden posiciones distintas, responsabilizarlos de sus actos, sobrevalorando motivaciones internas o rasgos de su personalidad sobre el contexto.
  • Efecto heurístico: influencia de nuestras emociones en la interpretación de la realidad y, dentro de ella, de los riesgos y beneficios de ciertas actividades.
  •  Disponibilidad: a falta de información fiable y contrastada, empleo de atajos mentales. Se sobrestima las ideas que son fáciles de recordar y que nos ayudan a simplificar los problemas. 
  • Sesgo de la información: tendencia a buscar información que, en el caso, resulta irrelevante y entorpece la toma de decisiones. 
  • Exceso de confianza: sobreestimar las propias capacidades éticas, intelectuales, etc. 
  • Efecto arrastre /conformidad: se adoptan hábitos y creencias por el hecho de ser comunes a un gran número de personas o a un grupo de pertenencia. 
  • Resistencia reactiva: reacción negativa ante medidas o consejos que son percibidos como una amenaza a la libertad individual. 
  • Puntos ciegos: reconocer con facilidad los sesgos ajenos pero con dificultad los propios.